sábado, 26 de marzo de 2011

LA FUERZA IMPULSORA DE LA POESIA


"Me gustas cuando callas
porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos,
y mi voz no te toca."
- Pablo Neruda-

La pasión amorosa es un tema recurrente en la poesía de todos los tiempos. Tanto en la poesía oral, como de la poesía escrita. Tanto entre los pueblos llamados "primitivos", como entre los pueblos denominados "civilizados". Aparece en la literatura de oriente y en la de occidente. En cada época y en cada sitio, adquiere matices y acentos particulares. Sin embargo, hay algunos poemas que trascienden las diferencias culturales y siguen siendo aceptados por muchos hombres, aún en nuestros días. ¿Que hay en estos textos en particular? Es evidente que si el tema es el mismo, la especificidad de estos poemas radica en el modo en que han sido compuestos. Su calidad está dada no por el asunto que trata sino por la forma única que el artista ha sabido encontrar para ese tema. Estos poetas han podido encontrar la expresión adecuada (o las expresiones más cercanas a las adecuadas) para sentimientos universales. Es decir, los poetas no son hombres que experimenten sentimientos diferentes al resto de la humanidad. Amar mucho o sufrir mucho no es suficiente para hacer a una gran artista. La posibilidad de transformar ese sentir en literatura es lo que determina la eficacia de un poeta. Su capacidad para elegir las palabras, los tonos y la música adecuadas para ordenar en versos aquellas emociones que todos los hombres sienten de un modo caótico. El poder "decir una pasión" no resuelve los conflictos que las pasiones amorosas traen a los seres humanos. Pero les proporcionan alivio. Al leer determinados poemas, los lectores encuentran un cómplice en el poeta. Saben que hay otros hombres atravesando sus mismos problemas. Y repito: un poema no está destinado a proveer resoluciones. Pero puede actuar como una gran compañía. Y no es poco. Sobre todo en los tiempos que corren.
Si bien muchos de los poemas incluidos en esta antología hacen alusiones directas al amor de pareja, también es cierto que varios de ellos exceden este tema particular. Un poema se vuelve universal cuando, a partir de una acnédota, logra abarcar asuntos de interés general de los hombres.
Por ejemplo, partiendo del vínculo amoroso entre dos seres particulares, el poeta se las ingenia para referirse al amor de cualquier pareja de hombres. Y, más, al amor de todos los hombres. Y, todavía, si se trata de un gran poeta, sigue avanzando para referirse a todo tipo de amor. Finalmente, el amor, aparece como una gran fuerza impulsora. Sobre todo, como la enorme energía que permite vivir a la poesía. No importa lo desesperada y angustiante que sea la situación descrita en un poema. Esa misma desesperación le ha servido al poeta para componer su poema. No escribe porque esta desesperado. No escribe para desesperar. No hay una actitud pesimista, aun si el poeta habla de un amor imposible. Si escribe el poema, es para darle a ese amor una posibilidad más. Si en la vida no pudo ser, que se cumpla, al menos, dentro de los límites del poema.

Es muy difícil de verificar el modo que la literatura actúa sobre las costumbres de los hombres. Pero se puede rastrear la forma que adopta el lenguaje del amor en cada época. Cada período asume ciertas convenciones para el idioma de la pasión amorosa. Aunque siempre haya quienes las transgredan e inventen un nuevo modo de hablar del amor. Lo cierto es que, a través de todas las épocas, permanece un "algo" inexpresable. Una cierta porción que se encuentra, como en el poema de Neruda, "como ausente" y "calla". Los poetas y los amantes persiguen ese "algo" esquivo. Siempre parece situarse lejos, "y me oyes desde lejos", dice, una vez más, el poeta. Nunca puede alcanzarse porque, aunque lo intento, "mi voz no te toca". Por esa misma razón, porque es eternamente inalcanzable y eternamente deseable, la poesía y los amantes son "clásicos" para todo tiempo y lugar. Los impulsa una fuerza imposible y,  a la vez, inagotable. [.............]

Prólogo del libro de bolsillo " Los Mejores Poemas de Amor", Ed. Errepar, con la selección y presentaciones realizadas por Gabriela Stoppelman.

lunes, 21 de marzo de 2011

CAPITULO XIX- PAISAJE GRANA

(De David Sánchez 2010- extraído de internet)

La cumbre. Ahí está el ocaso, todo empurpurado, herido por sus propios cristales, que le hacen sangre por doquiera. A su esplendor, el pinar verde se agria, vagamente enrojecido; y las hierbas y las florecillas, encendidas y transparentes, embalsaman el instante sereno de una esencia mojada, penetrante y luminosa.
Yo me quedo extasiado en el crepúsculo. Platero, granas de ocaso sus ojos negros, se va, manso, a un charquero de aguas de carmín, de rosa, de violeta; hunde suavemente su boca en los espejos, que parece que se hacen líquidos al tocarlos él; y  hay por su enorme garganta como un pasar profundo de umbrías aguas de sangre.
El paraje es conocido, pero el momento lo trastorna y lo hace extraño, ruinoso y monumental. Se dijera, a cada instante, que vamos a descubrir un palacio abandonado...La tarde se prolonga más allá de sí misma, y la hora, contagiada de eternidad, es infinita, pacífica, insondable...
- Anda, Platero...

"PLATERO Y YO" - Juan Ramón Jimenez 

jueves, 10 de marzo de 2011

FLOR DE LOTO

Un amigo me regaló esta flor digital:


Una amistad que no tiene precio.
Gracias por estar.
Un abrazo grande.

miércoles, 9 de marzo de 2011

PARTE DEL "DESPERTAR"



Miró a su alrededor como si viera el mundo por primera vez. ¡Que hermoso era aquel mundo! Variado, extraño y enigmático: azul aquí, amarillo y verde mas allá; las nubes se deslizaban como el río; el bosque y las montañas conjugaban su estática belleza: todo era misterioso y mágico. Y en medio de todo esto Siddhartha, despierto ya,  se ponía en marcha hacia sí mismo. Y todas esas cosas, aquel azul y amarillo, el río y el bosque, penetraron por primera vez en los ojos de Siddhartha: ya no eran los hechizos de Mara, no eran ya el velo de Maya, dejaron de ser la absurda y contingente multiplicidad del mundo de las apariencias, indigna de los profundos pensamientos del Brahmán, que la desprecia y solo busca la unidad. Para él, ahora, el azul era azul y el río era el río; y aunque en el azul y el río vistos por Siddhartha subsistiera, latente, la idea de unidad y de divinidad, no era menos representativo de la condición divina el ser aquí amarillo, ahí azul, mas allá cielo y bosque, y aquí otra vez Siddhartha. El "sentido" y la "esencia" no se hallaban en algun lugar tras las cosas, sino en ellas mismas, en todo.

<¡Que sordo y limitado he sido!- pensó luego aligerando el paso-. Cuando alguien lee un texto cuyo sentido quiere descifrar, no desdeña los signos, ni las letras, ni los considera una ilusión, un  producto del azar o una envoltura sin valor, sino más bien los lee, los estudia y los ama, signo por signo y letra por letra. Pero yo, que deseaba leer el libro del mundo y el libro de mi propio ser, desprecié sus signos y sus letras en función de un sentido que les había atribuido de antemano. Y denominaba ilusión al mundo de las apariencias, considerando mis ojos y mi lengua como fenómenos contingentes y sin valor alguno. Pero esto ya pasó: me he despertado, estoy totalmente despierto y hoy, por fin, he nacido>

Capítulo de "Despertar" del libro de Siddhartha de Hermann Hesse.