viernes, 28 de enero de 2011

Alcanzamos una cierta medida de madurez cuando reconocemos a nuestros parientes por lo que realmente son, sin sentimentalizar ni mitificar, pero también sin echarles la culpa injustamente por nuestras imperfecciones. La madurez supone estar dispuesto a mirar cara a cara los lugares largos y oscuros, las sombras temibles, por penoso y duro que esto pueda ser. En este acto de recuerdo y aceptación ancestrales podremos encontrar una luz que permitirá llevar a salvo a casa a nuestros hijos.
Textos extraídos de: Sombras de antepasados olvidados; Carl Sagan; Ed.Planeta.
Mis Abuelos, Mis Padres y Yo. 1936, óleo y tempera sobre metal.
Por Frida Khalo.

5 comentarios:

  1. Domingo de paseo por los blog amigos, estupendo haber pasado de nuevo por tu casa.

    Saludos y un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Gracias por pasar "Sonrisa de Hiperión", te mando un abrazo para vos también.

    ResponderEliminar
  3. Muchita, es un gusto pasar a saludarte y leer amiga. Siempre llega el momento de madurar amiga. Besos, cuidate mucho.

    ResponderEliminar
  4. TOTALMENTE!! genial entrada. Me encanto tu blog! te sigo!

    ResponderEliminar
  5. Gracias Poetiza por comentar, todo llega a su tiempo para contemplar con madurez lo maravillosa que es la vida.

    Gracias Agus Galván por visitar mi blog. ¡Bienvenida!

    ResponderEliminar